miércoles, 4 de febrero de 2015

Soledad Bustamante

Soledad Bustamante nació en 1986 en la ciudad bonarense de Junín. Publicó de manera independiente la revista La mentira fantástica.












EL ACTO DE LA TRAMPA


Llegas a la cima y, bien sabes, has hecho trampa.

Mojas tus labios en el descanso, pues el aliento los ha secado.
Evitando contagiarte del disparo profano, te cambias la ropa.

Puedes desatar el nudo que al conflicto contiene.
Pero tu mano se esconde de la piedra arrojada.

Mientras la mantis devora la cabeza a su amante,
tú, sin contener el estertor, desesperas. ¡Es tuya la participación!
Tomas una hoja de parra,
haciéndoles sombra.
Encubriendo del día al crimen aberrante.

Gotitas de sangre traza tu camino, en el cerámico blanco de la galería.
El amor se mira en el espejo y el odio lo saluda.
¿Son tus manos o la tempestad, el responsable de alimentar al vacío?
Mullido efecto el de la tijera cortando la seda.

¿Por qué no librar al mundo del nombre y su venganza?
-Porque si no soy mentira, ya no soy.
Si no rompes esa estatuilla de porcelana, su pasividad 
hará de carne tus demonios.

El cofre del tesoro tiene su madera podrida, la herencia y las heridas.


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LOS TOPOS


Todo a mí ha llegado de modo tardío,
excepto la conciencia.
Se han abierto las montañas tarde, tan tarde y burlonas.
Cuando ya el túnel he terminado de cavar,
las manos sucias, lastimadas, me acompañaban
indignas para la presentación.

¿Podría este topo construir con tierra vieja, pisoteada,
un regalo para los dioses?
¿Podría su íntimo orgullo empuñar
el filo a la penumbra del vacío?

He comprendido el acuerdo
cuando por primera vez mis cordones pude atar.

He sabido darme cuenta del tiempo,
cuando al faltar un día para mi cumpleaños
cortando las flores a mi cabeza adorné.
Pasé la noche previa
imaginando la admiración de mis invitados,
la diferencia que mi persona podría producir
tan sólo por lucir una corona tan bonita.
Hasta mi rostro común olvidé.

Han sido deliciosas las horas solitarias
en que el mago servicial del mundo me visitó.
Más aún han sido deliciosas al contraste
de la mañana del aniversario, cuando al despertar,
casi con desesperación, fui corriendo frente al espejo en busca de corroborar mi crecimiento,
encontrándome, tan sólo, con un único y trágico cambio.
Las flores eran, ahora, color ocre.


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MI NOMBRE SIN LETRAS


He cortado todas las letras que dicen mi nombre.
Quiero comprenderlas por separado,
darlas vuelta y que de sus bolsillos caiga esa otra significación.
Arrebatarles toda su charlatanería, apropiármela,
privarlas de la saliva que las junta y el oprobio a mi distracción.

Voy a maltratarlas, torturarlas una a una,
devolverlas al mundo inmaterial que pertenecen,
postergarlas mientras el reino yo dirija.

Si fuesen más de carne, más malvada me volvería,
meciéndolas como a bebés,
engañando con mi arrullo su desesperación
luego de morder sus rechonchos bracitos.

Y en las gotas suicidas de sus ojos,
al son del pesaroso chillido,
me develaran el color de la venganza.

Comenzaré con la tijera haciendo su margen más fino;
comenzaré con la más atrevida,
esa que tuvo el sueño de creación.
Estremecidas cuando su madre carezca de forma
y el origen las abandone.

Sufriré un mareo atemporal
y temblará mi mano en la tijera,
temblarán conmigo.
Nunca antes se habrán sentido tan vivas,
vibrantes ante la boca de la nada.
Aprenderán por fin su pronunciación.

Cuando su ortografía esté nula y yo conforme,
miraré a la última que resta,
hermana gemela,
esa D final de final inconcluso,
D de puntos suspensivos y D
hormigas entrando por debajo de mis uñas.

Y ella será la única a la que deje vivir.


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OXÍMORON

Sobre la cama descansa,
a modo de anzuelo,
el arma ejecutora de silencios.
Los hay blancos, los hay negros.

Henchido, jocosamente aterrado,
dios no tiene corazón,
no tiene lugar para compartir.

Y yo tengo permiso,
estigmas de ausencias repetidas.
¿Dónde iba cuando entendida permitía, roja de furia, decir, hablar sobre mí misma?
No vengas, te dije, para que vengas, para que actúes conforme al control de la existencia.
No mueras, le dije al escarabajo, antes de aplastarlo.
No mueras, le dije, cuando una tropa de hormigas a él se dirigían.
Que se muera el mundo,
pero no vos, único al que le quité la vida.


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PEREZA


Pienso que te escucho
y que podría cuidarte,
y es la fuerza triste,
somnolienta,
de verte germinar
en el silencio del mundo,
acurrucándote a mi lado.
No te dejo escapar,
no sé por qué es que lo hago.

Si te alejaras yo crecería,
no tendría excusa
ante la belleza de verte llorar.

Mi peor hábito,
mi egoísmo hasta de mí misma.
Si no dependieses de mí para existir,
si el aliento de la noche del sueño no me cautivara,
tendría tantas revelaciones,
acontecimientos,
desenlaces en la realidad donde mis pies pisan el suelo.

Permanecer menguando,
acabarme por completo,
hacerte tan feliz.


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SRA INTIMIDAD


Atiende el llamado,
háblame.
Háblale al río que debajo de mi brazo viene
y dile lo que a mí no puedes decirme.
Él no se detendrá, no girara su cabeza,
desbordará y pronto inundación.
Pero descuida: no dolerá.
Tus pies, tus rodillas, tu cadera,
perderán la gravedad
hasta la autonomía,
ni siquiera podrás pensarlos.

Quisiera saber si estás...
¿dónde lo haces?
Tengo miedo de que todo lo que imagino
en algún lado esté existiendo.
Tengo el miedo hermoso
de los enamorados,
un desierto entero para el vuelo de una sola mariposa.

Yo que nada sé, que todo lo presiento,
desnudo a la tierra para encontrar su final,
le ruego a la intimidad
que me deje pasar.


NEGACIÓN

La sorpresa no es sorpresa
pues todo ya lo he pensado antes.
Invitada desde el sepulcro
desde el hambre que rompe el nudo
que conforme sujetaba el dictamen de los días.

A la vejez de mi despertar
no se le escapa ni el más mínimo detalle
ni la sombra escondedora
ni el capricho del mensaje.

¿Cuántas horas más dedicaré al sueño?
¿al crecimiento de mi cabello?
¿a la lejanía de la infancia?
¿Cuánto más soportaré el aire debajo de las aguas?

Ser testigo no me alcanza.
El socavar de la mirada y
el fausto significado
que ya ha sido interpelado.

No hay obra maestra,
no he nacido.
Sin embargo aquí me encuentro,
ignorando la porción faltante de la pregunta.

Podría violentarme con las fuerzas
que ejercen resistencia,
pero la violencia altera y no destruye,
permuta sólo la utilidad y no destruye.

El más simple deseo siempre se dispara
inalcanzable, incancelable en un destino creativo.
Si al menos tuviese con la lógica de un interruptor
el valor de destruir el mundo.















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