Soledad Bustamante nació en 1986 en la ciudad bonarense de Junín. Publicó de manera independiente la revista La mentira fantástica.
EL
ACTO DE LA TRAMPA
Llegas
a la cima y, bien sabes, has hecho trampa.
Mojas
tus labios en el descanso, pues el aliento los ha secado.
Evitando
contagiarte del disparo profano, te cambias la ropa.
Puedes
desatar el nudo que al conflicto contiene.
Pero
tu mano se esconde de la piedra arrojada.
Mientras
la mantis devora la cabeza a su amante,
tú,
sin contener el estertor, desesperas. ¡Es tuya la participación!
Tomas
una hoja de parra,
haciéndoles
sombra.
Encubriendo
del día al crimen aberrante.
Gotitas
de sangre traza tu camino, en el cerámico blanco de la galería.
El
amor se mira en el espejo y el odio lo saluda.
¿Son
tus manos o la tempestad, el responsable de alimentar al vacío?
Mullido
efecto el de la tijera cortando la seda.
¿Por
qué no librar al mundo del nombre y su venganza?
-Porque
si no soy mentira, ya no soy.
Si
no rompes esa estatuilla de porcelana, su pasividad
hará
de carne tus demonios.
El
cofre del tesoro tiene su madera podrida, la herencia y las heridas.
--
LOS
TOPOS
excepto
la conciencia.
Se
han abierto las montañas tarde, tan tarde y burlonas.
Cuando
ya el túnel he terminado de cavar,
las
manos sucias, lastimadas, me acompañaban
indignas
para la presentación.
¿Podría
este topo construir con tierra vieja, pisoteada,
un
regalo para los dioses?
¿Podría
su íntimo orgullo empuñar
el
filo a la penumbra del vacío?
He
comprendido el acuerdo
cuando
por primera vez mis cordones pude atar.
He
sabido darme cuenta del tiempo,
cuando
al faltar un día para mi cumpleaños
cortando
las flores a mi cabeza adorné.
Pasé la noche previa
imaginando
la admiración de mis invitados,
la
diferencia que mi persona podría producir
tan
sólo por lucir una corona tan bonita.
Hasta
mi rostro común olvidé.
Han
sido deliciosas las horas solitarias
en
que el mago servicial del mundo me visitó.
Más
aún han sido deliciosas al contraste
de
la mañana del aniversario, cuando al despertar,
casi
con desesperación, fui corriendo frente al espejo en busca de
corroborar mi crecimiento,
encontrándome,
tan sólo, con un único y trágico cambio.
Las
flores eran, ahora, color ocre.
--
MI
NOMBRE SIN LETRAS
He
cortado todas las letras que dicen mi nombre.
Quiero
comprenderlas por separado,
darlas
vuelta y que de sus bolsillos caiga esa otra significación.
Arrebatarles
toda su charlatanería, apropiármela,
privarlas
de la saliva que las junta y el oprobio a mi distracción.
Voy
a maltratarlas, torturarlas una a una,
devolverlas
al mundo inmaterial que pertenecen,
postergarlas
mientras el reino yo dirija.
Si
fuesen más de carne, más malvada me volvería,
meciéndolas
como a bebés,
engañando
con mi arrullo su desesperación
luego de morder sus rechonchos bracitos.
Y
en las gotas suicidas de sus ojos,
al
son del pesaroso chillido,
me
develaran el color de la venganza.
Comenzaré
con la tijera haciendo su margen más fino;
comenzaré
con la más atrevida,
esa
que tuvo el sueño de creación.
Estremecidas
cuando su madre carezca de forma
y
el origen las abandone.
Sufriré
un mareo atemporal
y
temblará mi mano en la tijera,
temblarán
conmigo.
Nunca
antes se habrán sentido tan vivas,
vibrantes
ante la boca de la nada.
Aprenderán
por fin su pronunciación.
Cuando
su ortografía esté nula y yo conforme,
miraré
a la última que resta,
hermana
gemela,
esa
D final de final inconcluso,
D
de puntos suspensivos y D
hormigas
entrando por debajo de mis uñas.
Y
ella será la única a la que deje vivir.
--
OXÍMORON
Sobre
la cama descansa,
a
modo de anzuelo,
el
arma ejecutora de silencios.
Los
hay blancos, los hay negros.
Henchido,
jocosamente aterrado,
dios
no tiene corazón,
no
tiene lugar para compartir.
Y
yo tengo permiso,
estigmas
de ausencias repetidas.
¿Dónde
iba cuando entendida permitía, roja de furia, decir, hablar sobre mí
misma?
No
vengas, te dije, para que vengas, para que actúes conforme al
control de la existencia.
No
mueras, le dije al escarabajo, antes de aplastarlo.
No
mueras, le dije, cuando una tropa de hormigas a él se dirigían.
Que
se muera el mundo,
pero
no vos, único al que le quité la vida.
--
PEREZA
Pienso
que te escucho
y
que podría cuidarte,
y
es la fuerza triste,
somnolienta,
de
verte germinar
en
el silencio del mundo,
acurrucándote
a mi lado.
No
te dejo escapar,
no
sé por qué es que lo hago.
Si
te alejaras yo crecería,
no
tendría excusa
ante
la belleza de verte llorar.
Mi
peor hábito,
mi
egoísmo hasta de mí misma.
Si
no dependieses de mí para existir,
si
el aliento de la noche del sueño no me cautivara,
tendría
tantas revelaciones,
acontecimientos,
desenlaces
en la realidad donde mis pies pisan el suelo.
Permanecer
menguando,
acabarme
por completo,
hacerte
tan feliz.
--
SRA
INTIMIDAD
Atiende
el llamado,
háblame.
Háblale
al río que debajo de mi brazo viene
y
dile lo que a mí no puedes decirme.
Él
no se detendrá, no girara su cabeza,
desbordará
y pronto inundación.
Pero
descuida: no dolerá.
Tus
pies, tus rodillas, tu cadera,
perderán
la gravedad
hasta
la autonomía,
ni
siquiera podrás pensarlos.
Quisiera
saber si estás...
¿dónde
lo haces?
Tengo
miedo de que todo lo que imagino
en
algún lado esté existiendo.
Tengo
el miedo hermoso
de
los enamorados,
un
desierto entero para el vuelo de una sola mariposa.
Yo
que nada sé, que todo lo presiento,
desnudo
a la tierra para encontrar su final,
le
ruego a la intimidad
que
me deje pasar.
NEGACIÓN
La
sorpresa no es sorpresa
pues
todo ya lo he pensado antes.
Invitada
desde el sepulcro
desde
el hambre que rompe el nudo
que
conforme sujetaba el dictamen de los días.
A
la vejez de mi despertar
no
se le escapa ni el más mínimo detalle
ni
la sombra escondedora
ni
el capricho del mensaje.
¿Cuántas
horas más dedicaré al sueño?
¿al
crecimiento de mi cabello?
¿a
la lejanía de la infancia?
¿Cuánto
más soportaré el aire debajo de las aguas?
Ser
testigo no me alcanza.
El
socavar de la mirada y
el
fausto significado
que
ya ha sido interpelado.
No
hay obra maestra,
no
he nacido.
Sin
embargo aquí me encuentro,
ignorando
la porción faltante de la pregunta.
Podría
violentarme con las fuerzas
que
ejercen resistencia,
pero
la violencia altera y no destruye,
permuta
sólo la utilidad y no destruye.
El
más simple deseo siempre se dispara
inalcanzable,
incancelable en un destino creativo.
Si
al menos tuviese con la lógica de un interruptor
el
valor de destruir el mundo.
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